
Cómo se elabora el queso: del campo a tu mesa
El otro día, fuimos a visitar una fábrica de quesos. No os imagináis lo interesante que fue ver todo el proceso en directo, desde la llegada de la leche hasta que el queso está listo para el envasado. Así que hoy me apetecía compartir con vosotros, de forma sencilla, cómo se elabora este producto tan querido.
Todo empieza con la leche
El primer paso es básico pero crucial: la leche. Puede ser de vaca, cabra, oveja... o una combinación de varias. Lo importante es que sea de buena calidad, porque eso se nota muchísimo en el sabor final. Algunas queserías utilizan leche cruda, especialmente en procesos artesanales, mientras que otras la pasteurizan para asegurar mayor control sanitario.
La magia del cuajo
Una vez que la leche está lista, se calienta un poco y se le añade cuajo, una sustancia que hace que la leche se convierta en cuajada, separándose en una parte sólida y otra líquida. Esta transformación es mágica: de algo tan simple como la leche nace la base del queso. También se suelen añadir fermentos lácticos, que ayudan a desarrollar el sabor y la conservación.
Corte y desuerado
Después de que la leche se convierte en cuajada, llega el momento de cortarla en trozos más pequeños. Este corte permite que se libere el suero, que es la parte líquida que ya no se necesita. Cuanto más pequeños sean los trozos, más firme será el queso al final. Pero no se queda ahí: en esta fase también se suele calentar la cuajada suavemente y, en algunos casos, se le añade un poco más de cuajo o fermentos para ayudar a que siga soltando suero y adquiera la textura deseada. Además, el movimiento constante evita que los granos se peguen entre sí y asegura una maduración uniforme más adelante.
Moldeado y prensado
La cuajada ya escurrida se coloca en moldes que dan forma al queso. En algunos casos se prensa para eliminar aún más suero y compactar la masa. Este paso varía mucho según el tipo de queso que se esté elaborando: algunos casi no se prensan, otros pasan horas bajo presión.
El toque de sal
Una vez moldeado, llega el momento de salar el queso. Esto puede hacerse de varias formas: mezclando la sal con la cuajada, frotándola por fuera o sumergiendo el queso en salmuera. Además de dar sabor, la sal ayuda a formar la corteza y conservar mejor el producto.
Maduración
Aquí es donde unos quesos se van directos al plato y otros se van a dormir en cámaras de maduración durante semanas o incluso meses. Durante ese tiempo, el queso evoluciona: cambia su textura, gana sabor y desarrolla todos esos matices que tanto nos gustan.
Un proceso que impresiona
Ver en persona cómo se hace el queso da aún más valor a cada bocado. No es solo leche convertida en alimento, es técnica, tradición y paciencia. Así que la próxima vez que tengas un buen queso delante, piensa en todo lo que hay detrás. Y disfrútalo como se merece